Historia y fundadores
Los inicios de Vitheras.
Tras un duro trabajo de recuperación de las variedades autóctonas asturianas con el CSIC, Vitheras nace en 2014 para dar continuidad al proyecto familiar y profesionalizar la elaboración de vino. Protegidos de las masas de aire húmedo de la costa por inmensas barreras montañosas, nuestros viñedos se sitúan en las soleadas laderas de los profundos valles de Cangas del Narcea en el Principado de Asturias.
El tipo de viticultura que desarrollamos es viticultura heroica, en fuerte pendiente y con una orografía difícil y que supone un 5% de la viticultura mundial. No obstante, las variedades presentan un alto nivel de adaptación tanto a las singulares condiciones de suelo como al clima de estos valles, produciendo vinos únicos y perfectamente reconocibles.
Desde 1556.
La guerra, la enfermedad y el olvido.
Aunque poco conocidos actualmente, los viñedos asturianos llegaron a alcanzar importancia y reconocimiento en siglos anteriores, siendo incluso merecedores de varios premios nacionales e internacionales.
Han contado con personajes tan ilustres en épocas pasadas como el Conde de Toreno y otros como el músico e intelectual Anselmo González del Valle, o el político y el Diputado a Cortes Nicolás Suarez Cantón.
La llegada de los años 50, de la minería del carbón, provocó la práctica desaparición de esta antigua zona vitivinícola. A lo que también hay que sumarle el sufrimiento de una guerra civil y las enfermedades de la vid en Europa como la Filoxera, el Oidio y el Mildiu. Estas circunstancias llevaron a una casi absoluta caida en el olvido del viñedo Asturiano y una epoca oscura que ha perdurado hasta los años 80.
La recuperación y el retorno de la actividad vitícola a Asturias.
En los años 80, una investigadora del CSIC, Doña Maria del Carmen Martinez Rodriguez comenzo una investigación junto con la familia de Vitheras para la recuperacion de las variedades autóctonas.
Esta rigurosa investigación científica trajo de vuelta a la vida las variedades autoctonas: Albarin Blanco, Moscatel de grano Menudo, Verdejo Negro, Albarin Negro, Mencia y Carrasquin entre otras...
En la actualidad, tras el cierre de la casi totalidad de las minas que quedaban en el Concejo de Cangas del Narcea, los viñedos recuperan su terreno, y la negrura del carbón vuelve a ser sepultada por el verdor y los colores otoñales del Albarín Blanco, el Verdejo Negro o el Albarín Negro, aquellas viejas cepas que antaño producían los magníficos vinos que el mismísimo Jovellanos citaba en sus diarios, en el otoño de 1752.
Ahora, esta investigación y nuestra tierra nos permiten volver a elaborar nuestros vinos con variedades autóctonas de Asturias
Albarín blanco.
Moscatel de grano menudo.
Variedad ampliamente conocida a nivel internacional, descrita por primera vez por Simón de Rojas Clemente en 1803, y cultivada en la zona vitícola asturiana al menos desde el siglo XIX. De racimos cilíndricos, mayores que los de Albarín Blanco y con mayor rendimiento en mosto que éstos. Sus uvas destacan por su fina piel, su jugosidad, y su intenso aroma a moscatel. Madura más tarde que el Albarín Blanco, alcanza una menor concentración de azúcar y presenta mayor acidez. En los antiguos viñedos asturianos, científicos del CSIC han encontrado la forma rosada y roja de esta misma variedad (Moscatel de Grano Menudo Rojo y Moscatel de Grano Menudo Rosado), prácticamente desaparecida en otros lugares del mundo (www.vitis.mbg.csic.es/vitis).
Verdejo negro.
Variedad tinta, considerada autóctona de la zona. Según relata Jovellanos en sus diarios, en una vendimia a la que él asistió en Cangas del Narcea el 30 de septiembre de 1796, invitado por el Conde de Toreno, pudo comprobar personalmente que la variedad tinta “Verdejo” era la que ocupaba la mayor extensión en los viñedos de asturianos y la más apreciada entre los viticultores de zona. Aparece también citada años más tarde por Suarez Cantón (1879), quién la considera como una de las tintas antiguas de la zona, “la mejor” y la que ocupaba la mayor extensión. Según estudios publicados por científicos del CSIC, se caracteriza por su maduración muy temprana entre las tintas, y es especialmente adecuada para áreas vitícolas de montaña, donde produce uvas con un magnífico equilibrio azúcar, acidez. Su fertilidad es media-alta, sus racimos son compactos, y las uvas de forma ovalada y color rojo violeta oscuro. No produce mucho color, siendo ideal para la elaboración de rosados.
Albarín negro.
Variedad tinta, citada también por Suárez Cantón en 1879 como cultivada en esta zona desde la antigüedad y segunda en importancia junto con la anterior. Es menos productiva, siendo sus racimos más pequeños. Madura más tarde que la anterior y a menudo presenta problemas de corrimiento del racimo. Produce uvas de calidad, con un buen equilibrio en cuanto a contenido de azúcar y acidez. Las uvas, también pequeñas, destacan por su color negro azulado. Más rica en color que la anterior, es un buen complemento a la Verdejo Negro.
Mencía.
Según estudios publicados por investigadores del CSIC, esta variedad fue introducida en la zona vitícola asturiana, al igual que en el norte de León y en Galicia, a principios del siglo XX, tras la invasión Filoxérica. En los viñedos de Cangas se encuentra una variante que los antiguos viticultores de la zona denominaban “Mencía Pata de Perdiz” y que diferenciaban por el color rojo del escobajo, por la menor compacidad del racimo y porque su maduración era algo más temprana. En general, la maduración de la Mencía tiene lugar más tarde que la del Verdejo Negro y antes que la del Albarín Negro. Presenta un buen nivel de adaptación a la zona vitícola, tanto por lo que se refiere a su concentración de azúcar, como por los niveles de acidez que alcanza bajo estas condiciones.
Nuestros vinos.
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